Sudán del Sur: un grito de ayuda

Sudán del Sur: un grito de ayuda

A pesar de que este país recibe ayuda humanitaria, no es suficiente para todos los refugiados que aquí viven.

Sudán del Sur:

Desde que comencé a trazar los destinos de mi proyecto #9Countries9Weeks, sabía que me tenía que detener en uno de los países más problemáticos del continente africano: Sudán del Sur.

Lo primero que pensé fue que soy de las primeras mexicanas que tiene la oportunidad de visitar este país y no me lo puedo perder por ningún motivo. También, me emocionaba que finalmente podría comunicarme en un país africano sin traductor, ya que hablan inglés y árabe.

Así que me arriesgué y empecé a buscar la situación socio política de Sudán del Sur y me dí cuenta que estaba por visitar uno de los países con más hambruna en el mundo y en estado de guerra civil.

Antes, quiero platicarles sobre cómo logré llegar a este destino... Todo comenzó como el famoso juego “teléfono descompuesto”, pero para mi suerte esta vez no se descompuso el mensaje. Desde Kenia contacté al amigo del amigo del primo (literal), sin contar con los trámites burocráticos, hasta que mi proyecto llegó a la directora de Derechos Humanos de las mujeres y de los niños en Sudán del Sur.

Llegar a este país no es nada fácil, ya que no le dan visa a todos los que la piden. Tuve que pedir una carta de invitación en la embajada de Nairobi la cual finalmente conseguí unos días después, luego me tocaba encontrar a alguien que me extendiera una carta de invitación al país? ¡qué problema! no conocía a nadie aquí, (porque el primer intento en Etiopía fue un fracaso, no tenía la invitación adecuada para ir y sin invitación no hay visa), obvio si lo logré y aquí esto. La carta la conseguí y para mi sorpresa la invitación me la extendió el Presidente del país, quien me invitó para que hiciera una presentación acerca de las mujeres y los niños en África y de cómo crear conciencia y exponerle mi proyecto.

Fue difícil ser testigo de la vida que llevan aquí los niños.

Tengo que confesarles que un día antes sí estaba un poco dudosa de ir, el miedo y visitar un país en guerra implica arriesgar tu vida y saber que tal vez no exista regreso.

Ya ir implicaba un riesgo, así que contraté una compañía de seguridad quienes te facilitan un coche y un chofer. Si algo se cruzaba en el camino sinceramente no hubiera sabido qué hacer...

Al llegar al aeropuerto de Sudán del Sur, pude observar las tiendas de campaña que sirven como filtros de seguridad. Al salir del aeropuerto me encontré con muchísimos miembros del Ejército y de la ONU, me vi en la necesidad de pedirle el celular a uno de ellos, ya que no llegaban por mí.

Me quedé en un hotel cerca al aeropuerto y además es el hotel donde se reúnen los periodistas para hacer sus enlaces, Juba es una ciudad muy chica y estratégicamente me pareció un buen lugar por cualquier situación inesperada.

Como en cualquier lugar en guerra, los visitantes de Sudán del Sur son blancos fáciles para asaltos y emboscadas. Todo lo que necesites lo puedes comprar en dólares americanos en efectivo y no existen cajeros automáticos.

Así que eres la mejor tarjeta para un asalto.

La presencia del Ejército está por todos lados.

Sugiere la página de la ONU que cierres tu cuarto de hotel, mientras duermes y la refuerces con una silla entre la pared y la puerta, y así lo hice.

Al siguiente día me reuní con la gente que me iba a ayudar. Empezamos a las 5:00 a.m (la hora que me he despertado a diario), porque a esta hora el sol todavía no pega mucho, y debido a las temperaturas tan altas es mejor aprovechar este tiempo. También porque Juba vive en toque de queda que comienza las 7:00 p.m y toda actividad tiene que interrumpirse para llegar sano y salvo a casa. A menos que tengas un permiso especial, el cual en mi caso no tengo.

Como ustedes saben, en cada país que me detengo tomó fotografías y capturó momentos. Sin embargo, en Sudán del Sur tomar fotografías puede llevarte a la cárcel si no tienes el permiso de periodista.

Para poder tomar fotos tuve que pedir un permiso de periodista.

No podía quedarme con los brazos cruzados en un país en donde lo que más necesita, es que el mundo se entere de la realidad que aquí se vive. Así que fui a tramitar el permiso de periodista, que consiste en declarar qué vas a documentar, con qué fin y en dónde se van a publicar las fotografías.

Como se pueden dar cuenta, Sudán del Sur es un país censurado y que a pesar de estar bajo la protección de la ONU, son muchos a quienes les beneficia que éste se encuentre en guerra, como en toda guerra muchos existen muchos intereses creados, no solo políticos pero también económicos, y cabe mencionar las rivalidades étnicas.

Debido a este enfrentamiento entre las dos etnias que habitan en este país, y por los sucesos de violencia resientes, se teme por una limpieza étnica, tal y como ocurrió en el genocidio en Ruanda; sin muchas diferencias y usando las mismas técnicas de guerra: el uso del hambre, las violaciones y la quema de los pueblos enteros.

Mis actividades nunca se detuvieron por aún no tener el permiso para poder tomar fotos. Durante mi estancia en Juba, antes de poder hacer uso de mi cámara, visité varios campos de refugiados. Sin duda es una de las experiencias más fuertes y triste que he vivido. Observar cómo la guerra puede acabar con millones de vidas inocentes. La guerra no discrimina entre hombres, mujeres y niños; no solo son víctimas, sino que además nunca conocieron lo que es tener una familia, una casa, una comida, un país sin guerra.

A pesar de que Sudán del Sur recibe ayuda humanitaria, no son suficientes para todos los refugiados que aquí viven. Siempre permanecerán secuelas de dolor y pérdida.

La guerra no discrimina entre hombres, mujeres y niños.

Quiero platicarles un poco la historia... En el año 2011, Sudán del Sur se separa de Sudán, tras más de 20 años de conflicto, además fue una de las guerras más duraderas y sangrientas de todo el continente africano. Sudán del Sur, que por ser el más joven del mundo, es un país que solo a vivido en guerra, ya que en 2013, a solo unos años después de su independencia, regresaron los conflictos y desde entonces están en guerra civil.

Es de admiración como a pesar de la difícil situación que enfrentan a diario, las personas quieren salir adelante, y no pierden las esperanzas de algún día vivir en paz.

Quiero compartir con ustedes que tuve el privilegio de asistir a una boda en Sudán del Sur. Boda cristiana, ya que Sudán del Sur es cristiano a diferencia de Sudán del Norte, que es musulmán.

Para mi sorpresa, la boda tuvo aproximadamente 500 invitados. Me pareció muy simpático cómo entraron los novios, ya que entraron bailando con mucho ritmo y muy alegres. Me encontré con todo lo que me podría encontrar en una boda mexicana, menos con una pista de baile, la ausencia de bebidas alcohólicas, y la hora en que termina, como les platiqué hay toque de queda.

La boda no tuvo alcohol y terminó temprano debido al toque de queda que existe.


A lo largo de mi visita, tuve la oportunidad de conocer más a fondo algunas de las ONG?s que aquí operan, con el fin de conocer más la situación de los refugiados. Este país junto con Siria, Afganistán y Somalia, son los países que sobrepasan el millón de refugiados exiliados, pero se encuentran aquí los desplazados internos, cifra que sobrepasa los 200 mil.

Terminé por comprender que la ayuda que requieren estas personas es para toda la vida. Lo que significa, que se necesitan fundaciones que se comprometan a reubicar y reintegrar a los refugiados en otros países y así puedan comenzar sus vidas.

Pero, ¿qué voy a hacer yo por Sudán? Durante mi estancia me vi comprometida a hacer algo por este país y las víctimas de la guerra. Se me ocurrió la idea de abrir un Centro Médico para mujeres. ¿Por qué? Debido a la guerra, millones de mujeres sufren abusos y contraen enfermedades, entre ellas el VIH. No solo las mujeres son las perjudicadas, sino también los niños que nacen de ellas.

Por medio de mi proyecto #9Countries9Weeks quiero generar conciencia y empatía con la otra realidad de la que poco se habla y que es casi ausente en todos los medios, tanto en la prensa como en las redes sociales. Busco que aquel que lea mi columna, se encuentre abierto escuchar lo que sucede del otro lado y cómo todos podemos poner un granito de arena.

Pese a que llega ayuda, no es suficiente.

Un ejemplo son las iglesias cristianas de Sudán del Sur, que pese a las muchas necesidades que aquí se tienen, se encargan de ayudar a niños huérfanos, alimentándolos y encargándose que ellos se encuentren a salvo. Me sentí conmovida por que estos niños tienen en qué creer y en qué sentirse protegidos? tener una esperanza.

Me parece importante compartirles la inquietud de abrir el Centro Médico, y aunque nos cueste identificarnos con realidades distintas a las nuestras, como el SIDA, las guerras, la hambruna y la pobreza, son realidades que se viven a diario en el continente africano.

Como dato curioso y muy triste, les comparto que las adolecentes y las mujeres de acá, permanecen en sus lugares de vivienda durante su ciclo menstrual, ya que acá no existen las herramientas (por ejemplo toallas higiénicas y protección íntima) para vivir una vida normal, como ir a la escuela durante estos días.

Hay mucho por hacer en Sudán del Sur.

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