Fiona Chrystall ha tenido que enfrentarse con un rival muy difícil: la anorexia.
En su adolescencia, Fiona Chrystall no comía casi nada. Tan solo mojaba una galleta de Weetabix, un cereal semejante al trigo triturado, con agua hirviendo y eso era todo su desayuno. Por la tarde, si bien le iba, “comía” exactamente lo mismo. Y eso era todo durante el día.
En esa época pesaba tan solo 30 kilos. Siete veces paró en el hospital en donde tenían que alimentarla con sondas y los doctores le dijeron a su familia que se prepararan para lo peor. Su anorexia crónica llevó a los médicos a decirle a su madre que era una causa perdida.
Sin embargo, Fee --como le dicen de cariño-- llegó por casualidad en la disciplina que le salvó la vida: la lucha de artes mixtas. Al entrar a la universidad, tomó una clase y “sentí que eso era para mí", confesó en una entrevista.
“Ahora me enfoco en ser fuerte, estar en forma y saludable, en lugar de parecer un esqueleto. Todavía tengo estos pensamientos, pero en un lugar donde puedo lógicamente luchar contra ellos”, relata CNN en Español.
A través de su cuenta Instagram ha compartido fotos de su antes y de su después, donde luce increíblemente atlética.
A sus 18 años, comprendió la complejidad de su enfermedad y decidió enfrentarla.
¿Qué mejor manera que con la lucha? “Fue un proceso muy lento con muchos altibajos. Nunca quise mejorar. Hay toda una mezcla de circunstancias mentales físicas y emocionales envueltas en esto. De por sí comer no te va a mejorar. Esto es muy difícil de entender para quien no lo ha sufrido”, compartió Fee.
Hoy a sus 25 años de edad, Fiona se prepara para su tercera pelea amateur en la división de 47 kg. Ella sabe que mostrar su antes y después ha hecho eco y está siendo un ejemplo para las personas que padecen anorexia: “Hice que mucha gente me enviara fotos y donaciones. Esto es un poco loco, pero se trata de la conciencia sobre la enfermedad. ¡Entre más conciencia, mejor!”.