La artista neozelandesa Lorde, conocida por éxitos como “Royals” y “Green Light”, rompió el silencio sobre una de las etapas más complejas de su vida. En una reciente entrevista, la cantante confesó que padecer trastornos de la conducta alimentaria (TCA) impactó profundamente su bienestar emocional y llegó a bloquear por completo su carrera musical durante años.
“Había días en los que no podía entrar al estudio. Sentía que no merecía estar ahí, que no tenía nada valioso para decir”, relató la artista de 27 años. Lorde explicó que la obsesión con el cuerpo, alimentada por las expectativas estéticas de la industria del entretenimiento, deterioró su salud mental y su vínculo con la música, al punto de perder el deseo de componer.
Aunque no especificó el diagnóstico exacto, sí reconoció que durante un periodo prolongado mantuvo conductas dañinas relacionadas con la alimentación y la imagen corporal. “Me costó mucho entender que no se trataba solo de cómo me veía, sino de cuánto me estaba lastimando internamente”, confesó.
Lorde, quien ha sido una voz influyente en la música pop alternativa desde su irrupción a los 16 años, expresó que solo recientemente ha comenzado a recuperar el placer por la creación artística y a sanar de las presiones que arrastra desde la adolescencia. “Volver a sentirme libre frente a un micrófono ha sido un proceso lento, pero ahora tengo más herramientas, más compasión conmigo misma”.
La confesión de Lorde se suma a la de otras figuras del pop que, en los últimos años, han visibilizado sus luchas con los trastornos alimentarios, como Billie Eilish y Demi Lovato. Su testimonio es un llamado urgente a repensar los estándares que aún predominan en la industria musical y a priorizar la salud mental de los artistas.