En la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec yace una de las obras más peculiares del muralismo mexicano: “El agua, origen de la vida”, concebida por Diego Rivera en 1951 como parte del diseño del Cárcamo de Dolores, infraestructura clave del Sistema Lerma para suministrar agua a la capital.
Un mural concebido bajo el agua
Desde su inauguración en 1951, este mural fue pintado directamente en una cámara hidráulica por donde circulaba el agua del Lerma, convirtiéndolo en el primer mural subacuático del mundo. Rivera representó la evolución de la vida según la teoría de Oparin: microorganismos, flora, fauna y primeros humanos reconstruidos en murales desde suelo, muros y túnel.
42 años bajo el agua… y al olvido
La intención original fue que el agua fluyera permanentemente por la obra, pero con el paso del tiempo el material del mural —basado en poliestireno— comenzó a deteriorarse. En 1977 se recomendó desviar el agua, pero sólo hasta 1990 se logró desviar el flujo de manera definitiva, gracias al impulso de la delegación Miguel Hidalgo y del INBA. El mural quedó así sumergido más de 42 años, acumulando limo, óxidos y degradación pictórica mientras el piso se perdió por completo.
La restauración y resurgimiento
En la década de los noventa, un equipo de restauradores dirigido por el INBA emprendió una limpieza meticulosa: remoción de depósitos, consolidación de pintura, documentación fotográfica y reintegración cromática para devolverle su esplendor original.En 2002 se reabrió al público el espacio restaurado, aunque de forma limitada inicialmente.
En 2010, con apoyo del gobierno de la Ciudad de México y el Fideicomiso ProBosque Chapultepec, se integró la Cámara Lambdoma del artista Ariel Guzik, que convierte corrientes de viento y agua en ondas sonoras, creando un ambiente multisensorial en sintonía con la visión de Rivera.
Hoy: el Museo Jardín del Agua
Actualmente, el Cárcamo forma parte del Museo Jardín del Agua, donde se exhibe el mural restaurado junto con la escultura de Tláloc, obra exterior de Rivera, y la instalación sonora de Guzik. El sitio abre de martes a domingo, y permite apreciar no solo la intervención visual, sino también una experiencia cultural que rinde homenaje tanto al agua como al patrimonio tecnológico y artístico mexicano.