La Ciudad de México se hunde cada año entre 10 y 30 centímetros, de acuerdo con especialistas de la UNAM. Este fenómeno ocurre por la extracción constante de agua de pozos subterráneos, el peso de las construcciones y un suelo que originalmente fue un lago.
¿Qué zonas están más afectadas?
Iztapalapa, Cuauhtémoc, Tláhuac, Iztacalco y Gustavo A. Madero se hunden a un ritmo preocupante. Incluso el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se hunde hasta 40 centímetros por año, lo que representa un riesgo estructural y operativo.
Los expertos señalan que este proceso ya no se puede revertir. La única alternativa es adaptarse o reubicar a la población en riesgo. Si no se toman medidas en los próximos años, podría haber desplazamientos forzados de personas que ya no puedan habitar esas zonas.
El problema de la desigualdad hídrica
Las zonas que más sufren el hundimiento son también las que enfrentan la mayor escasez de agua. Iztapalapa, por ejemplo, tiene la mayor cantidad de pozos de extracción, pero es una de las alcaldías con menos acceso al suministro por red. Mientras tanto, desarrollos de lujo con torres de hasta 50 pisos aseguran el abastecimiento para sus residentes gracias a su poder adquisitivo.
¿Cuál es la solución?
Geólogos de la UNAM sugieren que la única salida realista es la descentralización. Esto significa trasladar industrias, instituciones y centros de empleo fuera de la capital y desarrollar nuevas ciudades planificadas con servicios completos, para reducir la presión sobre el suelo y el agua de la CDMX.
Sin políticas de desconcentración, la vida en muchas zonas podría volverse inviable en menos de una década. No solo se hunde el suelo, también un modelo de ciudad que ya no puede sostener su propio peso.