El mundo del arte vivió uno de sus capítulos más sorprendentes con la reaparición de un cuadro atribuido a Caravaggio, maestro indiscutible del claroscuro. Se trata de un Ecce Homo que, durante años, permaneció en manos privadas sin que nadie sospechara su valor real.
Un hallazgo en subasta que detuvo su venta
El cuadro salió a subasta en Madrid y, al ser revisado por expertos, surgieron dudas sobre su verdadera autoría. La fuerza dramática de la escena, el uso magistral del claroscuro y la intensidad en la mirada de Cristo eran rasgos característicos del estilo de Caravaggio.
Ante esta posibilidad, el Ministerio de Cultura español detuvo la venta de la pintura y la declaró Bien de Interés Cultural, evitando así su salida del país hasta determinar su procedencia exacta.
Una historia con siglos de recorrido
Los estudios demostraron que la obra fue pintada entre 1605 y 1609, durante la estancia de Caravaggio en Nápoles. Desde entonces, el cuadro viajó por diferentes colecciones: perteneció a secretarios virreinales y nobles, pasó por la colección de Manuel Godoy y estuvo incluso en la Real Academia de San Fernando antes de integrarse a una colección privada donde permaneció olvidado.
Su restauración y reconocimiento
Expertos en arte barroco realizaron análisis técnicos y restauraciones que confirmaron su autenticidad. El resultado mostró la mano inconfundible de Caravaggio: su composición llena de tensión y su tratamiento de luces y sombras que revolucionó la pintura de su tiempo.
Gracias a su importancia histórica y artística, el Ecce Homo de Caravaggio tuvo una exposición en el Museo del Prado en 2024, donde miles de visitantes pueden contemplar esta obra maestra que, por siglos, estuvo perdida.