La Petite Mort es la nueva exposición de Gabriel de la Mora, es un viaje tan sensorial como emocional. De la mano de la curaduría de Tobias Ostrander, cada obra es una invitación al cuestionamiento.
Fallar intentando hacer lo imposible ya es increíble.
En un recorrido especial con parte del equipo de CARAS, Gabriel nos dejó ver de cerca y a detalle la historia de cada una de sus obras. Dejando ver que la repetición es clave en su narrativa.
Él estudió arquitectura, por el temor de no poderse dedicar al arte, esto, hasta que a sus 25 años, cuando su padre falleció, descubrió que tenía un pasado secreto con un alter ego religioso completamente desconocido para su familia.
El museo Jumex alberga en su sala 3 una de las exposiciones más especiales que se han visto en los últimos tiempos, de un artista que toma el arte como un riesgo y que involucra a la naturaleza como un co autor de sus obras.
Prefiero el error a la mentira.
3 obras que vale la pena explorar
1. Retrato de cabello humano
Una técnica que lo destacó en el mundo del arte. Gabriel domina magistralmente el dibujo, por lo que no se limitó y elevó el estándar al hacer una serie de obras que remplazaron el lápiz con el pelo.
Algo que distingue al artista es el hambre por tomar más riesgos en el arte, así que, cansado de ser encapsulado en su técnica de retratar con pelo humano, comenzó a experimentar con más materiales como la cáscara de huevo.
2. Su primer obra de arte
Realizada a sus 4 años de edad, el De la Mora es disléxico, por lo que la letra m la escribía al revés, a lo que su maestra le presionó por hacer planas. Pero en acto de auto aceptación, Gabriel dibujó una sola m al revés.
3. Sangre en el lienzo
Gabriel explicó que no hay autorretrato más auténtico para él que su propia sangre como pincel. Pintada sobre una superficie con un color que se asemeja al de la piel, esta es una de sus obras más íntimas.
Nada es igual: no hay ojos iguales, voces iguales... ser diferente es ser tú mismo y eso solo lo haces cuando eres niño.
Una de sus series más ambiciosas son de las cáscaras de huevo, Gabriel nos dijo que estos animales están destinado a morir, por lo que la cáscara será el único hogar que van a conocer.
Ponemos el pedazo de cáscara en nuestras manos y con la yema del dedo golpeamos hasta que ya no se pueda romper más.
Una alegoría bellísima que invita al espectador a preguntarse de la vida, la muerte y la explotación animal.
Sin duda, el piso 3 del Museo Jumex tendrá esta exposición hasta el 8 de febrero del 2026. Sin duda es un viaje personal que pone sobre la mesa cuestionamientos como: La autoría, la repetición y la muerte.