Este sábado, el buque Escuela Cuauhtémoc de la Armada de México colisionó con el puente de Brooklyn, dejando dos marinos muertos en Nueva York.
Durante su salida del muelle 17, la embarcación impactó contra la base del puente de Brooklyn, una de las estructuras más emblemáticas de la ciudad.
Dos marinos murieron y al menos 20 personas resultaron heridas, cuatro de ellas de gravedad, y el prestigioso velero, considerado símbolo diplomático y académico de México, sufrió daños visibles en sus mástiles.
Aún se encuentran bajo investigación las causas del accidente, sin embargo, un capitán especialista estadounidense ofreció una reconstrucción técnica que apunta a una cadena de fallos evitables.
El capitán John . Konrad V, con licencia para comandar buques, publicó un análisis del accidente y dijo que el incidente no fue producto del azar, sino de una serie de decisiones operativas que fallaron en cascada.
Según Konrad, la salida de Cuauhtémoc esa noche representa un ejemplo claro del modelo del queso suizo en accidentes navales: varias defensas individuales, protocolos, equipos, decisiones humanas tenían fallas pequeñas, pero esas fallas se alinearon en el momento preciso, dejando el camino libre al desastre.
Uno de los factores que destaca el capitán fue la posición del buque en el muelle, por razones ceremoniales y visuales, el Cuauhtémoc fue atracado de proa hacia tierra, lo que obligó a la tripulación a zarpar de reversa contra la corriente del East River, eso elevó la complejidad de la maniobra desde el inicio.
La corriente del río, fluía río arriba debido a la marea creciente y el viendo soplaba desde el suroeste, empujando transversalmente a la embarcación. El capitán mencionó que era una combinación peligrosa para un buque de 90 metros de eslora, con mástiles de casi 50 metros de altura y maniobrabilidad limitada sin apoyo externo firme.
A medida que la nave retrocedía en el canal, el especialista señala que el motor quedó atascado en reversa. Por lo que el motor no respondió a la orden de detenerse o avanzar hacia adelante y la embarcación quedó sin control autónomo.
El remolcador asignado para asistir la maniobra, no estaba amarrado por cabo al casco del buque, lo que redujo su capacidad de reacción.
Según el capitán, si el motor no hubiera quedado atascado en reversa, si el remolcador hubiese estado amarrado por cabo, o si se hubiera dispuesto de una segunda embarcación de apoyo como es habitual en maniobras complejas, el Cuauhtémoc habría tenido margen para corregir su rumbo.
A pesar de las trágicas consecuencias, el capitán dijo que los elementos que contribuyeron a reducir el impacto humano, el uso de mástiles de acero y no de manera, evitó un colapso estructural sobre cubierta. Además, muchos cadetes permanecieron en sus posiciones en lo alto, lo que evitó que fueran lanzados al vacío durante el choque.
También, destacó la reacción inmediata de los bomberos de Nueva York, la policía y otros remolcadores de respaldo.