Estos deliciosos postres nupciales dicen mucho de la pareja y del momento histórico.
Cuando se casaron Letizia y Felipe, ahora reyes de España, su pastel fue hecho por Francisco Torreblanca de Elda. La tarta pesó 170 kilos y midió poco menos de dos metros de alto.
Sin embargo, este pastel moderno y vanguardista , según lo denominaron, no fue nada acertado para la ocasión, pues no era romántico ni parecía un pastel de bodas. Los novios se reunieron con él en dos ocasiones para expresar sus gustos; no obstante, al final Felipe dijo: Hágalo como le gusta a Letizia . Siempre tan mandona la princesa. Además del pastel principal se emplataron cerca de 1,800 réplicas individuales. No estaba bonito pero sí rico, y Felipe pidió que le guardaran algunas tartas para comer después de la boda.
Uno de los pasteles favoritos es el de la boda de Catalina y Guillermo de Cambridge. La boda fue el 29 de abril de 2011. El pastel medía poco más de un metro de altura y pesaba 100 kilos.
Cada piso era un trébol de cuatro hojas de la buena suerte que estaba cubierto con crema pastelera. El 95 por ciento de los ingredientes fueron orgánicos: harina, crema de almendras, azúcar, crujiente de chocolate blanco y un exquisito mousse de fresas silvestres y champaña.
El de Mette-Marit y Haakon de Noruega es otro de los favoritos, pues está rodeado de escándalo. La novia resultó ser de lo más polémica, se dice tiene un pasado turbio en el mundo de las drogas, es madre soltera y el padre de su hijo se tratara nada más y nada menos que de un conocido narcotraficante, definitivamente el papá del novio, el rey Harald, necesitaba algo fuerte. Así que la tarta fue fermentada con cantidades industriales de ron y coñac durante 14 días, según manda la tradición inglesa.
Un pastel estilo Kinder Sorpresa . Así fue el de Máxima y Guillermo de Holanda. Lo describieron como discreto, elegante y con los colores nacionales. Ellos no quisieron nada ostentoso para celebrar la ocasión. El único detalle diferente fue una corona de listones en la parte superior del pastel, la cual es una costumbre argentina. En ella, se invita a las amigas solteras de la novia a jalar un listón, cada uno tiene una sorpresa y el premio mayor es un anillo de casada de fantasía, lo que significa que es la próxima en casarse. Los novios lo cortaron con un sable de Guillermo, algo que también es una tradición real.
Un pastel estilo oriental. El de Rania y Abdalá de Jordania. El pastel tenía siete pisos rectangulares adornados con coronas y el escudo real de la casa. Cuentan que después de que los enamorados cortaron el pastel, un amigo del novio que llegó en paracaídas al banquete, golpeó el pastel con su espada. Planeado o no, fue un toque muy original que causó la sorpresa de todos los invitados.
Cuando Daniel y Victoria de Suecia se casaron, su pastel fue, literal, todo un hit. Este pastel fue de once pisos, medía más de tres metros de altura y tenía 250 kilos de peso.
Fiona Cairns fue la encargada del pastel que causó tanta sensación. Para el pan de frutas se utilizó harina, huevos de corral, pasas, nueces y estuvo cubierto de manera muy artística y elaborada con una crema y glaseado. Su decoración fue pura inspiración victoriana, adornado con 900 flores nacionales como la rosa de Inglaterra, el cardo de Escocia, el narciso de Gales y el trébol de Irlanda. Pero el novio en su día especial también exigió que hubiera algo de su gusto y ese fue el tradicional pastel de la familia real, elaborado con galletas de chocolate.
Otro favorito es el de la boda de Charlene y Alberto de Mónaco. Ellos se casaron un 2 de julio de 2011. Los flamantes príncipes confiaron el banquete al prestigioso chef Alain Ducasse, quien creó uno de los pasteles nupciales más espectaculares de los últimos tiempos. Con metro y medio de diámetro y dos metros y medio de alto, este pastel fue adornado con 2,000 flores de azur. Tenía grosellas y una mousse ligera de vainilla, recubierta de chocolate blanco y de algunas perlas de grosellas.
