¿Quién es Eugene Merle Shoemaker? La insólita historia del único ser humano cuyos restos descansan en la Luna

Eugene Merle Shoemaker junto a su esposa Carolyn y David Levy, descubrieron el cometa Shoemaker-Levy 9, que nos permitió ver por primera vez, la colisión de un cometa en un planeta: Júpiter

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Eugene Merle Shoemaker, conocido como el gran Gene, sus restos descansan en la Luna, el astro que lo cautivó

ESPECIAL CARAS | AAR

Eugene Merle Shoemaker, conocido como “el gran Gene”, fue un geólogo estadounidense pionero en la exploración del Sistema Solar y la ciencia lunar. Su pasión por la Luna lo llevó a realizar grandes contribuciones a la astronomía, como el descubrimiento del cometa Shoemaker-Levy 9, que impactó a Júpiter en 1994.

Sin embargo, su historia no termina ahí. Tras su fallecimiento en 1997, Shoemaker se convirtió en la única persona cuyos restos descansan en la Luna, así pudo cumplir su sueño de estar más cerca del astro que tanto lo cautivó.

Eugene Merle, un pionero en ciencias planetarias

Desde temprana edad, Shoemaker demostró ser excepcionalmente talentoso. Completó su educación secundaria en solo tres años y, a los 16 años, ingresó al California Institute of Technology. En 1948 se graduó y prosiguió con estudios de doctorado en Princeton.

Durante esta etapa de su vida, conoció y se casó con Carolyn Spellman, quien se convertiría en su compañera tanto en la vida como en la ciencia.

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Shoemaker se unió a la United States Geological Survey en 1950, donde inicialmente buscó yacimientos de uranio antes de especializarse en el estudio de cráteres. Su fascinación por la Luna lo llevó a crear un mapa extensivamente, con lo cual se obtuvo el primer mapa geológico lunar y, además, fundó el Astrogeology Research Program.

Un sueño frustrado por cuestiones de salud

Aunque Shoemaker se destacó en su campo y fue designado como el primer científico astronauta para pisar la Luna, su salud se interpuso. Fue diagnosticado con la enfermedad de Addison, por lo que quedó excluido de la carrera espacial; sin embargo, esto lo llevó a enfocarse en entrenar a otros astronautas, incluidos Neil Armstrong y Buzz Aldrin.

A pesar de su exclusión, desempeñó un papel crucial en las misiones del Programa Apolo, fue quien seleccionó los sitios de aterrizaje y comentó los vuelos de las misiones Apolo 8 y 11 en televisión.

El legado de “El gran Gene”

Además de su gran aportación en el conocimiento lunar y las misiones espaciales, Shoemaker junto con su esposa Carolyn y David Levy, descubrió el cometa Shoemaker-Levy 9 en 1994. Este cometa fue notable por ser el primero en ser observado al colisionar con otro planeta, Júpiter.

Su vida llegó a un final trágico el 18 de julio de 1997, en un accidente automovilístico mientras exploraba un cráter de meteorito en Alice Springs, Australia.

Tras su muerte, recibió numerosos honores póstumos, como el nombramiento de un cráter lunar y un cráter marciano, un asteroide y una sonda espacial en su honor. Pero el mayor homenaje que se le dio fue único: el envío de sus cenizas a la Luna.

El sueño de alcanzar la Luna

El 8 de enero de 1998, la misión Lunar Prospector de la NASA partió hacia el Polo Sur lunar, llevaban consigo una cápsula con las cenizas de Shoemaker, protegida por una funda de aluminio sellada al vacío.

La cápsula, fabricada por Celestis Inc., contenía, además de las cenizas, las fechas de nacimiento y muerte del científico, un imagen del último cometa que analizó y del lugar donde entrenó a los astronautas de la misión Apolo y finalmente, una cita de “Romeo y Julieta” de Shakespeare.

El 31 de julio de 1999, la misión concluyó con el impacto controlado de la nave cerca del Polo Sur lunar, con lo que Eugene Merle Shoemaker se convirtió en la única persona cuyos restos descansan fuera de la Tierra.

Esta historia además de contar cómo se hizo realidad el deseo personal de Shoemaker de “estar” en la Luna, también simboliza la fusión de los sueños humanos con la exploración celestial, con lo cual dejó una marca indeleble en ambos campos.

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