Adam (Andew Scott) y Harry (Paul Mescal) son los únicos habitantes de una nueva torre de departamentos en Londres cuando, aún sin cruzar palabras, sí han cruzado varias miradas, hasta una noche en la que Harry toca a la puerta de Adam para pasar un rato juntos. No obstante y dada la soledad en la que se encuentra inmerso, Adam lo rechaza. Días más tarde vuelven a cruzar miradas y, por primera vez, Adam lo invita a pasar. Es entonces cuando inicia su historia, una que consigue cautivar a la audiencia por cerca de dos horas.
Salud mental, el eje central en “Todos somos extraños”
Durante los primeros minutos del filme, somos testigos de la soledad en la que se encuentra Adam, uno de los protagonistas de la historia. Más adelante y tras un encuentro con gente de su pasado, creemos entender el por qué de su soledad, sin embargo el problema resulta más profundo de lo que aparenta ser.
Dicho lo anterior, como espectadores de “Todos somos extraños”, somos testigos de un desorden mental que pone en riesgo a Adam dada su falta de atención a su estabilidad emocional; ello consigue afectar y arriesgar también a Harry.
La ilusión en “Todos somos extraños”
De la mano de Adam, quien atraviesa por un duelo, exploramos la añoranza de lo que fue, así como la ilusión de lo que pudo haber sido. Aquellas emociones que nos aferran a ciertos recuerdos y personas del pasado, invitándonos a pensar acerca de aquellas conversaciones que no pudimos tener, por aquello que no dijimos o escuchamos, y por la gente que dejamos en el pasado. Un sinsentido que nos detiene en el tiempo sin poder avanzar, aunque, si corremos con suerte, al recordar y revivir aquello que vivimos tiempo atrás, quizá podemos sanar.
“Todos somos extraños” y necesitamos cerrar ciclos
La importancia de cerrar ciclos y aceptar que no todo dura para siempre y que debemos seguir adelante con nuestros planes y vida, es quizá uno de los mensajes más importantes que comparte el filme. Presentando una historia tan sincera, que expone el miedo a crecer, a estar solos, a seguir adelante o, simplemente, el miedo a sentir.
Lo mejor de “Todos somos extraños”
Claire Foy y Jamie Bell desempeñan papeles sumamente importantes en la historia, los cuales consiguen ser sumamente entrañables, además de generar un sentimiento de empatía muy especial.
Aunque el inicio del filme es un poco lento y no es sino hasta pasada la primera hora cuando todo parece tomar velocidad, visualmente el filme resulta sumamente llamativo. Las transiciones, aunque repetitivas, consiguen robar miradas y la atención de la audiencia para ver a dónde es que nos van a llevar cada nueva escena.
“Todos somos extraños” y estereotipados
Contemplando que el filme cuenta la historia de una pareja homosexual, y aunque resulta una narrativa novedosa en muchos sentidos, tristemente una vez más vemos reflejados o expuestos en pantalla grande, una serie de estereotipos que encasillan a los homosexuales, tales como el haber sufrido violencia o rechazo de niños, el estar inmersos en un mundo de fiesta y excesos, el deseo sexual latente, el rechazo de sus padres y, tristemente, un final que está lejos de ser feliz. Pues lamentablemente, la mayoría de historias con alguna temática homosexual, se limita a estereotipos y a dramas o tragedias que continúan encasillando a la gente. No obstante, resulta también un relflejo honesto de la sociedad y de la falta de salud mental, es por ello que “Todos somos extraños” es un filme más que recomendado por Cartelera CARAS.
