#Columna- “Mi mamá, Céline Dion y yo": María Milo

maría milo

Columnista invitada: María Milo

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Foto: Cortesía

Sentada en el comedor de mi casa, escucho desde arriba los pasos de mi mamá. Con su ahora habitual saco y portafolio gris, se despide de mí mientras desaparece por el umbral de la puerta. Desde que regresó a la oficina su pisada se escucha más fuerte y segura. Parece feliz. El recuerdo más lejano que tengo con ella se remonta a principios de los 2000, cuando tenía unos tres o cuatro años y entre risas me cargaba en el aire mientras bailábamos I’m Alive de Céline Dion. Siempre se ha caracterizado por tener, como dirían las abuelas, “chinches”. Afirma que los mejores años de su vida han sido aquellos en los que se dedicó de tiempo completo a cuidarnos a mí y a mis hermanos. Aún así, siempre estuvo presente en su mirada el anhelo de ir más allá en el campo laboral. A lo largo del tiempo, además de ser mamá, se mantuvo ocupada con diversos proyectos. Pero no fue hasta hace unos cuantos años que ejerció su profesión de manera formal. Me encantaría decir que todo ha sido color de rosa, pero no voy a romantizar el camino. Además del techo de cristal que en muchas ocasiones impide avanzar, las mujeres poseemos ideas programadas que limitan. Una mujer con hijos podrá dejar de ser profesionista, pero nunca dejará de ser mamá. En un mundo ideal esto no debería de representar un problema, pero en el sistema en el que vivimos puede llegar a generar culpa. Porque “cómo se te ocurre dejar tu casa”, porque “cómo sigues tan tarde en la calle”, porque “cómo vas a dejar a tus hijos solos”. Tendemos a pensar que la ambición está mal cuando viene de una mujer. Esto desencadena también el síndrome del impostor, porque “cómo yo voy a estar aquí”, “no me lo merezco”, “lo que he logrado no ha sido para tanto”. Nos hacemos chiquitas, cuando querer trabajar no te convierte en una mala mamá. Así como no hacerlo tampoco te hace menos mujer. Creo que ella nunca se dio cuenta de que cada mañana que se subía al coche intentado asfixiar la culpa en su bolsa, me impulsaba a mí a explorar mi propio camino. Al seguir su pasión no solo se estaba amando a ella, sino también a su familia. Porque para poder querer mejor al de afuera, debes primero estar en paz contigo. Así entendí que el amor de una madre va mucho más allá de la concepción pobre e idealizada que tenemos sobre su presencia. En los momentos en los que se encontraba en la oficina, no estaba ausente. Su presencia la ejercía por medio del ejemplo. Entendí que está bien si no quieres trabajar y puedes darte el lujo. Está bien si quieres ser mamá e ir a la oficina, o si por necesidad debes hacer ambas. Nada de eso afecta tu valor como mujer. El cambio es constante, porque el futuro es indefinido. Hay que seguir el camino que honre el alma detrás de los sueños, sabiendo siempre que se vale intentar cosas nuevas y cambiar de opinión, porque somos evolución. La historia que cuenta la canción de Céline Dion ilustra el valor de ser auténtica y tomar decisiones propias. Hoy cada vez que llega a mis oídos, se me vienen a la mente los ojos de una mujer que ha logrado fracturar las paredes que limitan. Gracias a mi mamá aprendí que siempre estás a tiempo para ser lo que quieres ser. Que existen muchas formas de decir “te quiero”. Y que para poder llegar a cualquier lugar hay que tomar en cuenta los deseos de tu propio corazón, sin olvidar el impacto que tus acciones pueden llegar a tener sobre los demás. Porque aunque no lo notes, siempre hay alguien observando, y eso, conlleva una gran responsabilidad. Años después me doy cuenta de que Céline Dion estaba en lo cierto cuando dijo que debemos “volar a raíz de las alas del amor”. Seguir leyendo: PAPÁ DE CHECO PÉREZ QUIERE SER PRESIDENTE DE MÉXICO Así se ha retratado la maternidad a lo largo de la historia

Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Editora web y Social Media Manager de la revista Caras México de Editorial Televisa.
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