Málaga es sinónimo de atardeceres que acarician el alma, Esta ciudad, que para muchos pasa desapercibida frente a destinos como Barcelona o Madrid, guarda en sus calles una historia que se respira y se siente.
Qué hacer en un día
Inicia tu día entre los muros milenarios del Teatro Romano, donde el eco de la historia se mezcla con el bullicio suave de los turistas curiosos. Luego, el Museo Picasso, un espacio íntimo que honra al hijo predilecto de la ciudad. Ver su obra ahí, tan cerca de donde nació, le da un sentido distinto.
Sube al Castillo de Gibralfaro, con sus vistas imponentes, donde el camino mismo hasta la entrada del castillo es un reto.
Después, a un lado del castillo, está la Alcazaba, donde cada piedra susurra historias de un pasado árabe que se niega a ser olvidado. Probablemente una de las alcazabas más fotogénicas en España, junto con la de Sevilla.
Un atardecer de película
En La Malagueta todo cobra sentido al ver el sol caer sobre el mar, las olas tranquilas y ese momento eterno en el que el cielo se tiñe de naranja y rosa. De frente el mar y el sol, mientras el castillo vigila tus espaldas.
Por la noche, el faro, con sus luces ilumina el puerto, dejando ver los matices de Málaga, una ciudad moderna que no esconde sus décadas pasadas, que abraza su historia sin dejar de mirar hacia adelante.
Shopping
Si te gusta ir de compras, su centro histórico ofrece diversas opciones de marcas locales y de alta gama. También es un gran spot para considerar de hospedaje.
Málaga no busca impresionar, simplemente existe, auténtica y serena. Es un destino que se siente como un secreto bien guardado, de esos que atesoras y que, aunque quieras, no puedes olvidar.