#Columna- Fieras de verdad- Karla Iberia Sánchez

#Columna- Fieras de verdad- Karla Iberia Sánchez

A través de sus palabras y en el marco del Día Internacional de la Mujer, la periodista Karla Iberia Sánchez nos habla de lo que para ella representa ser mujer.

Por Karla Iberia Sánchez

GUARDO MUCHOS RECUERDOS DE DESASTRES NATURALES

Un día, en medio de la casa cuarteada – la mía–, y entre todos los libros caídos, aparecieron tres títulos: Oraciones en piedra, Reserva del vacío del magnífico Maruan Soto, y un diccionario, casi café de antiguo. Los tres significaban cosas, decían cosas. Hace un par de días, el famoso diccionario amarillísimo apareció otra vez. Cayó de un librero. Me quedé leyendo unos tres minutos. La mitad de las palabras ya están en desuso: algunas se consideran rancias. ¿Qué mujer llama a otra delicada, compasiva, sensible, pulcra? Too much. Aunque lo seamos. En el otro extremo, hay otras que, de tanto, pierden sentido: guerrera, empoderada. Guerrera porque hiciste lo tuyo: ponerte un cubrebocas. Guerrera porque regalaste una botella de agua a un infortunado en la calle. Guerrera porque concluiste una licenciatura ‒que pagó otro‒ a los 28 años. Guerrera porque abriste los ojos y decidiste no cerrarlos otra vez: a las 7:30 en domingo. Guerrera porque concluiste la segunda temporada y tres cuartos de la serie que no te gusta tanto. Abran sus redes. Así más o menos estamos. Al final, ¿cómo definiríamos a las mujeres que admiramos mucho? ¿A las verdaderas extraordinarias? Y, ¿por cuántos motivos? En este breve texto, quiero decirles que no ha sido fácil escribir una columna sobre el 8 de marzo sin caer en un cliché. Y, sí que quiero decirles que no bajemos la cinta métrica de por qué admiramos a otra mujer.

karla iberia sanchez

RECONOZCO A TANTAS POR TANTAS COSAS:

por ser decididas, por tener carácter, por luchar a contracorriente, por no dejarse pisotear por la burocracia y las instituciones, por buscar a sus hijos desaparecidos, por estudiar y trabajar y ser madres, por ser constantes, por dolerse del dolor del otro, por no temer a la opinión de otro, por decir, “te quiero”: por decir a otra “te admiro” sin hacer cálculos. Dar like no es querer. Decir “te amooo” es decir “te tengo cariño, me caes bien”. Hay gestos, sin palabras, que hacen mejor la vida de una mujer, además de promover acciones afirmativas en los medios. Hay actos valiosos y silenciosos: te ayudo. Te escucho. Te aplaudo. Te alcanzo. Te cocino. Te cuido si tienes un bebé o si estás enferma. Te aprendo. Te cedo. Te doy paso y promuevo que otras te conozcan. Te enseño. Me enseñas. Todo nos dice que no somos nada mientras no seamos públicos. No es verdad. Me niego y lo rebato. Los golpes en la mesa, la agresividad histriónica, la venganza por método, el “role model” para dummies no es para mí ni para las inolvidables mujeres que admiro. Quiero gritar sus nombres, pero temo dejar a alguien fuera: A ti que no permitiste que el ISSSTE te negara el ahorro de 30 años y peleaste a tus casi 80 años día tras día; a ti que no dejaste que el escándalo te atropellara como un tráiler, a ti que dejaste a un muy prestigiado maltratador; a ti que contra viento y marea te negaste a que te arreglaran la vida y no dormiste estudiando. A ti, que no cuentas a nadie que eres atleta, a ti que te resistes a vivir de las vistas ajenas. A ti que eres tú y resuelves sola tantas cosas: a veces guapa y con recursos, a veces no.

LAS ETIQUETAS NO ME GUSTAN

Me da tristeza conocer a tantas mujeres bonitas, divertidas, irónicas y geniales que tienen miedo de exponer sus reales preocupaciones en aras de la conversación pública. La conversación pública son ustedes. Por eso hablaba de no gastar el término guerrera. Conozco a miles de mujeres decididas, formadas, inteligentes y admirables. Entre ellas, sí qué hay algunas guerreras. Pero un día conocí a alguien: vivía en un cuarto sin puertas, con paredes de palo. Estaba en medio del trance de un parto. Sospechó que, si no tomaba acción y si no seguía sus instintos, el bebé moriría. Entonces, en el sitio más lejano del mundo, me contó que tomó un cuchillo de la cocina y se abrió el vientre para que su hijo viviera. Se llama Inés. No es una guerrera. Es una mujer mexicana. UNA FIERA. Esa, esa sí que es la palabra correcta. Para ti, Inés, de parte de Karla. Descubre la columna en la edición impresa CARAS MARZO

Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Editora web y Social Media Manager de la revista Caras México de Editorial Televisa.
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