Lety Sahagún: una mujer enamorada del ejercicio y la moda

Lety Sahagún: una mujer enamorada del ejercicio y la moda

Contó cómo encontró tanto gusto por los deportes y más por correr.

Es difícil siquiera pensar en cómo llegué hasta aquí. Antes de empezar, quienes no me conocen tienen que saber que soy de ese tipo de persona de las que el ejercicio no forma parte de su sistema. Desde que nací, a menos que se trate de bailar, nunca he sentido la ?necesidad? de hacer ejercicio y no confío en la gente que dice que le gusta. Para mí era muy fácil: ejercicio = martirio.

A principios de este año, cuando más lo necesitaba y como caído del cielo me habló una amiga, para invitarme con un grupo de mujeres que iban a correr un medio maratón. Mi reacción inmediata fue de inmediato negativa.

Gracias, pero no gracias. Yo no corro ni aunque me persigan y no me quiero comprometer a algo que implique ejercicio porque me conozco


Pero ahí estuvo mi error, qué equivocada estaba, qué poco me conocía y cuánto me subestimé.

Y aquí empieza mi historia con la corrida, con este mini grupo de 5 mujeres: una diseñadora de modas, una editora, una actriz, una health coach y yo; además de Alma, siempre con los mejores ánimos y cuidándonos a cada paso y Eric, el mejor entrenador. Todo mi grupo ya había corrido carreras, Chris por lo menos hacía ejercicio diario, y yo del otro lado sin saber qué contestar a la entrevista que me estaban haciendo porque no tenía idea. ¿Cómo decirles qué tenis uso para correr, qué música me motiva o qué como antes y después de una carrera? Qué contestar, si nunca en mi vida había corrido.

Pero en resumidas cuentas empecé a correr, más por compromiso que por otra cosa. Empecé porque por alguna razón había dicho que sí y no me gusta quedar mal. Y entonces, corrí. Poco a poco, paso a paso, día a día. Corrí y me di cuenta que cada vez podía correr un poco más. Corrí hasta que dejé de pensar en que estaba corriendo. Corrí con mucho coraje por perderme horas de sueño. Corrí hasta que me acabé mis primeros tenis.

Corrí hasta que encontré cosas de mi que no conocía. Corrí para acomodar todas mis ideas. Corrí para dejar atrás todo el equipaje que cargaba de sobra.

Corrí como terapia para frenar un poco a mi cabeza que no paraba de darle vueltas a lo que pasaba en mi vida. Corrí con Chris hasta que nos dolieron las rodillas, nos reímos y nos hicimos hermanas. Corrí hasta que llegó el día de mi primer medio maratón.

Corrí con más miedo que otra cosa porque lo máximo que corría en ese entonces eran 10 kms y para cruzar la meta tenía que correr 21, y los corrí. Y así seguí corriendo hasta que me presentaron con otros grupos de mujeres, igual de luchonas y talentosas, y con ellas corrí hasta darme cuenta que cada una por su cuenta es increíble, pero que juntas somos más fuertes.

Corrí algunos días con ganas y otros muerta de flojera. Corrí hasta que entendí que para correr no sirven los pretextos de viajar, ni de trabajo, ni de falta de tiempo, porque lo único que necesitas son un par de tenis y listo. Corrí hasta que me llegó una nueva invitación para un segundo medio maratón y así corrí por todo San Francisco hasta entender que lo difícil no es presentarte el día de la carrera con la adrenalina a todo lo que da y correr 21 o incluso 42 kms, lo difícil es despertarte todos los días a entrenar muerta de frío, cansancio y flojera a las 5:30 am.

Corrí kilómetro tras kilómetro por caminadoras, ciudades, centros, calles, parques, montañas, playas y pueblos. Corrí hasta hoy en la mañana que mi Nike+ ya marca 517 km, más lo que me falta. Corrí hasta darme cuenta que hoy disfruto correr. Corrí sola y me di cuenta que las conversaciones más difíciles son las que tenemos con nosotros mismos. Corrí con mis miedos y fantasmas, hasta que ya no los pude evitar y los tuve que enfrentar. Corrí cuando me dolía y corrí cuando sentía tanta felicidad adentro de mi cuerpo que no sabía cómo sacarla. Corrí para darme cuenta una vez más que los límites sólo existen en mi cabeza.

Corrí hasta que me dieron ganas de correr un maratón completo, así que quien sabe la próxima vez qué les pueda contar. Corría para escaparme y me di cuenta que en realidad corrí para encontrarme
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