La moda es cíclica. Lo ha sido siempre. Y con cada nuevo giro, vuelve también una conversación que creíamos más avanzada: la delgadez extrema reaparece en pasarelas, campañas y redes sociales como si fuera una novedad, cuando en realidad es un eco de otros tiempos. El 2026 comienza a insinuar ese regreso, no como una imposición abierta, sino como una estética sutil que se filtra entre referencias dosmileras, siluetas ultra lineales y narrativas que confunden disciplina con valor personal.
En redes sociales todos somos jueces
Hablar de esta tendencia no es señalar ni cuestionar a quienes naturalmente tienen cuerpos muy delgados. Todos los cuerpos existen, todos son válidos y ninguno necesita justificación. El problema nunca ha sido el cuerpo en sí, sino el mensaje que se construye alrededor de él cuando se convierte en ideal único, aspiracional y aparentemente obligatorio. Artistas como Ariana Grande, limitan sus comentarios en Instagram por el hate hacia su delgadez.
En los últimos meses, la conversación ha cambiado de forma, no de fondo. Ya no se habla de restricciones, sacrificio o agotamiento; ahora se habla de “reset”, “ozempic”, “autocuidado”, de “clean habits”. El lenguaje se suaviza, pero la exigencia permanece. Cuando la delgadez se presenta como sinónimo de control, éxito o bienestar, deja de ser una elección estética y se transforma en presión silenciosa.
La moda puede inspirar, pero no debería dictar
Admirar una silueta en una pasarela no significa desearla para la propia vida. Cada cuerpo responde a historias distintas: genética, etapas vitales, maternidad, estrés, descanso, salud emocional. Pretender que todos entren en el mismo molde no solo es irreal, también es profundamente injusto.
El 2026 puede traer de vuelta ciertas estéticas, pero no tiene por qué llevarse consigo los avances emocionales que tanto han costado. La belleza no se reduce a una talla ni a un hueso visible. Evoluciona, se adapta y acompaña los procesos reales de la vida. Ninguna tendencia debería invalidar eso.
Porque al final, la moda pasa. El cuerpo, en cambio, es el lugar donde vivimos todos los días. Y aprender a habitarlo con respeto, cuidado y amor propio seguirá siendo, pase lo que pase en las pasarelas, la elección más vigente de todas.