El gobierno de Donald Trump justificó la ofensiva con los recientes ataques químicos en la ciudad siria de Idleb.
Este jueves Estados Unidos disparó misiles crucero contra territorio sirio como represalia por el ataque con armas químicas ocurrido esta semana contra civiles.
El presidente Donald Trump dijo que este ataque era vital para disuadir el futuro uso de gas venenoso y pidió a otras naciones que se unan para “poner fin a la masacre y el derramamiento de sangre en Siria”.
Éste fue el primer ataque directo estadounidense contra el gobierno sirio y la orden militar más drástica de Trump desde que llegó a la presidencia en enero, sin embargo esta decisión supuso un cambio radical a la postura del mandatario, quien se había había manifestado abiertamente en contra de aumentar la implicación de Estados Unidos en uno de los conflictos más violentos del mundo.
Cuando anunció la ofensiva, Trump dijo que no había duda de que el presidente sirio Bashar al Assad era el responsable del ataque químico que dejó 84 muertos y más de 500 heridos en Idleb, entre ellos mujeres y niños.
“Assad acabó con la vida de hombres, mujeres y niños indefensos”, subrayó Trump.
Los misiles destruyeron las pistas de aterrizaje de la base siria, así como hangares, la torre de control y áreas de municiones, señalaron funcionarios.
Trump aprobó los ataques sin autorización del Congreso ni el respaldo de las Naciones Unidas.
Además de la oposición siria, diversas naciones, como Francia, Canadá, España, Alemania, Turquía, Jordania y Líbano manifestaron su apoyo al ataque estdounidense, al considerarlo una respuesta adecuada a los ataques químicos que se le atribuyen al gobierno sirio.
Por su parte, Rusia rechazó la ofensiva estadounidense, la cual condenó como una “agresión” y suspendió la coordinación con Washington para evitar colisiones en el transitado espacio aéreo sirio.