El Palacio Real de Madrid es uno de los íconos más admirados de la monarquía española. Su esplendor arquitectónico y su riqueza artística lo convierten en una joya de la historia europea, pero hay un espacio que cautiva especialmente a quienes tienen el privilegio de entrar: el Salón del Comedor Real.
Con techos ornamentados en pan de oro, candelabros de cristal, tapices históricos y una mesa imperial que puede recibir a más de 140 invitados, el comedor real representa la máxima expresión del protocolo español. Cada detalle está pensado para reflejar la grandeza de la corona, desde la porcelana de la Real Fábrica de La Granja hasta la cubertería bañada en plata.
A lo largo de los siglos, este espacio ha sido testigo de encuentros con monarcas, presidentes y jefes de Estado de todo el mundo. Sus paredes, decoradas con tapices flamencos y retratos de reyes, guardan la memoria de los grandes momentos de la historia diplomática española.
En cada banquete, los reyes Felipe VI y Letizia mantienen viva la tradición del ceremonial real, combinando la solemnidad del pasado con la elegancia contemporánea que distingue a la monarquía actual.
Hoy, el comedor del Palacio Real sigue siendo uno de los lugares más imponentes de Europa: un escenario donde la historia, el arte y la realeza se sientan a la misma mesa.