Convertido en uno de los grandes activos de la monarquía inglesa, Harry es el royal favorito de la realeza europea. Espontáneo, atlético, compasivo y varonil, es todo un príncipe azul. ¿La mala noticia? Su corazón ya tiene dueña: Meghan Markle, con quien se le ve inmensamente feliz. El príncipe Harry llegó al mundo la tarde del 15 de septiembre de 1984 en el St. Mary’s Hospital de Londres, Inglaterra, convirtiéndose en el segundo hijo del extinto matrimonio formado por el príncipe Carlos de Inglaterra y Diana Spencer. Dos meses más tarde fue bautizado bajo los nombres de Henry Charles Albert David en la Capilla de St. George en medio de una solemne ceremonia oficiada por el arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, y teniendo como padrinos principales a dos de sus tíos paternos: el príncipe Andrew y Lady Sarah Armstrong-Jones.
La historia del príncipe Harry
No obstante, Lady Diana lo llamaba cariñosamente “my little Spencer”, pues según ella el color del pelo del pequeño lo había heredado del lado de su familia, pronto se hizo conocido por todos como Harry, que en inglés viene siendo el diminutivo de Henry. Lady Diana siempre se empeñó en que sus hijos tuvieran una infancia lo más nor - mal posible, por lo que los primeros años de Harry transcurrieron como los de cualquier otro niño de su edad con sus respectivos paseos al parque, actividades escolares y visitas a McDonald’s. En aquel entonces la familia del príncipe de Gales vivía de lunes a viernes en el Palacio de Kensington, mientras que los fines de semana procuraban pasarlos en Highgrove House, la casa de campo que la familia real tie ne en Gloucestershire. En 1987, con tres años recién cumplidos, sus padres enviaron al pequeño príncipe a la guardería de la Sra. Jane Mynors en el barrio de Notting Hill de Londres, donde pasó muy mal las primeras semanas pues estaba muy apegado a su madre y a su hermano William.
Una vez superado su proceso de adaptación, Harry se sintió como pez en el agua mostrándose como un niño independiente, abierto y desenvuelto, cualidades que lo caracterizan hasta ahora. En 1989 el príncipe inició el preescolar en Wetherby School, y en 1992, siguiendo los pasos de su hermano, se cambió a Ludgrove School, un internado en Berkshire, para comenzar su educación primaria. En diciembre de ese año se anunció de manera oficial la separación de sus padres. La noticia no tuvo un gran impacto en él pues se dice que, viviendo bajo el mismo techo, Carlos y Diana pasaban todo el tiempo separados.
Lo que sí cambió fue que a partir de ese momento los príncipes comenzaron a dividir sus vacaciones escolares entre sus padres. Con su papá pasaban largas estancias en Highgrove House, o bien lo acompañaban a visitas oficiales y a sus viajes al extranjero.