Más allá del tenis y la realeza, hay gestos que lo dicen todo. En la final masculina de Wimbledon 2025, uno de los momentos más entrañables ocurrió en el palco real: la princesa de Gales compartió una sonrisa cómplice con su hija Charlotte, capturando la atención de las cámaras y los corazones del público.
Vestida con un elegante abrigo azul royal —con su distintiva broche de la AELTC—, Kate Middleton no solo volvió al foco público tras meses de ausencia por motivos de salud, sino que lo hizo acompañada de su hija, quien lució un vestido blanco con volantes en negro, discreto y encantador.
El vínculo entre madre e hija, visible en sus miradas y gestos, ofreció un retrato íntimo dentro del protocolo real. Para Charlotte, Wimbledon ya es más que una tradición: es una herencia, una lección de elegancia y un momento para aprender de cerca lo que significa ser una royal en escena… sin perder la naturalidad de una niña.
Mientras Carlos Alcaraz y Jannik Sinner protagonizaban un épico duelo en la cancha, en las gradas se vivía otra historia: la de una futura reina consorte guiando con ternura a una princesa en formación.