El 17 de septiembre de 2025, Windsor Castle se vistió de gala para recibir al presidente de Estados Unidos y a la Primera Dama en su segunda visita de Estado al Reino Unido. Las imágenes muestran una mesa interminable adornada con candelabros dorados, arreglos florales meticulosos y vajillas impecables, en un despliegue de protocolo y tradición británica. La escena recuerda las antiguas cortes reales, donde la etiqueta y el lujo son parte fundamental del poder diplomático.
Protestas masivas en el exterior
Mientras tanto, fuera de los muros del castillo, cientos de manifestantes se congregaron para mostrar su rechazo. Con pancartas y mensajes contundentes —algunos recordando que Windsor Castle fue construido “para mantener fuera a los tiranos”—, los manifestantes cuestionaron tanto la visita como los valores que representa. Las protestas se centraron en críticas al autoritarismo, las políticas del expresidente y sus vínculos con figuras controvertidas.
Proyecciones polémicas sobre Windsor Castle
Sumando más tensión al evento, el grupo político Led By Donkeys proyectó imágenes impactantes sobre las murallas del castillo. Entre ellas, retratos del propio Donald Trump junto con Jeffrey Epstein, buscando evidenciar la incongruencia de celebrar un banquete tan ostentoso mientras persisten acusaciones y controversias. Estas proyecciones se volvieron virales y simbolizaron visualmente el contraste entre la ceremonia oficial y la crítica pública.

Political campaign group Led By Donkeys project images of Donald Trump and Jeffrey Epstein onto Windsor Castle as US President Trump’s second state visit to the UK begins on 16th September 2025 in Windsor, United Kingdom. (photo by Mark Kerrison/In Pictures via Getty Images)
Mark Kerrison/In Pictures via Getty Images
Dos realidades
Las dos realidades —el banquete real y las protestas populares— marcan un momento histórico en la diplomacia británico-estadounidense. Por un lado, se reafirma la relación protocolaria entre ambos países con un despliegue de lujo sin precedentes; por el otro, la sociedad civil británica hace sentir su voz de oposición con mensajes, pancartas y arte político que transforma el propio escenario del poder en un lienzo de protesta.
La segunda visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido quedará registrada no solo por su esplendor protocolario, sino también por la fuerza de las manifestaciones en su contra.
El contraste entre la elegancia del banquete y la dureza de las protestas evidencia la profunda división en la percepción pública sobre el expresidente, convirtiendo a Windsor Castle en el epicentro simbólico de una batalla entre la pompa diplomática y la indignación ciudadana.