Cuando comienza un cónclave, los cardenales electores se trasladan a vivir temporalmente a la Casa Santa Marta, un edificio dentro del Vaticano que funciona como residencia de huéspedes, pero que durante la elección papal se transforma en un espacio completamente cerrado y bajo estrictas reglas de aislamiento.
Casa Santa Marta, su origen
Esta residencia moderna, ubicada a pocos metros de la Capilla Sixtina, fue inaugurada en 1996 por Juan Pablo II justamente para evitar que los cardenales tuvieran que trasladarse desde otros puntos del Vaticano. Cada cardenal cuenta con una habitación individual, sencilla pero cómoda, con baño privado.
Reglas
Durante el cónclave, se les retiran celulares, computadoras, relojes inteligentes y cualquier medio de comunicación. Tampoco pueden ver televisión ni recibir noticias del exterior. El objetivo es asegurar que las decisiones se tomen sin influencias externas.
Desde allí salen en procesión hacia la Capilla Sixtina para votar y regresan después de cada jornada. Nadie puede salir ni entrar sin autorización especial, y todo el entorno es monitoreado para garantizar la total confidencialidad del proceso.
Este aislamiento, más que una formalidad, refleja la seriedad del momento en que se define el futuro de la Iglesia Católica.