Diez años han pasado desde que Hamilton debutó en Broadway y, como la propia Revolución Americana que retrata, el musical generó una revolución propia. Lo que comenzó como un ambicioso proyecto de Lin-Manuel Miranda se convirtió en un fenómeno cultural que redefinió el teatro musical: narración en rap, elenco racialmente diverso interpretando a los “Padres Fundadores” de Estados Unidos y una conexión directa con nuevas audiencias que nunca antes habían pisado Broadway.
La controversia
A solo un año de su estreno, los productores elevaron el precio de las entradas VIP de 475 a un récord histórico de 849 dólares por boleto, rompiendo un tabú en la industria y marcando un precedente que otros espectáculos seguirían.
La fiebre era tal que las funciones se vendían en minutos y surgió una lotería de 10 dólares para un asiento de última hora, acompañada de Ham4Ham, shows improvisados en la calle que mantuvieron a los fans cerca del elenco.
La obra también rompió la barrera del teatro físico al estrenarse en Disney+ en 2020, demostrando que la captura en vivo podía impulsar —y no reducir— el interés por la experiencia en sala.
Hoy, con producciones activas en Broadway, Londres y giras internacionales, Hamilton no solo sobrevivió una década, sino que se consolidó como un símbolo de cómo el arte puede ser inclusivo, polémico y extremadamente rentable.