Quién es Tláloc, el implacable dios de la lluvia de los aztecas y cuál es su leyenda sagrada

Tláloc para los aztecas, Chaac para los mayas, eran de los dioses más importantes debido a su influencia en la agricultura y la vida a través del agua

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Tláloc, popularmente se le conoce como dios de la lluvia pero en la mitología prehispánica era mucho más que eso

ESPECIAL | AAR

Tláloc, una de las deidades más veneradas en el panteón mesoamericano, especialmente entre los aztecas, era el dios de la lluvia, el rayo y los fenómenos meteorológicos que traen fertilidad a la tierra.

Este dios era fundamental para la agricultura y para la vida cotidiana de las civilizaciones que dependían del agua para su supervivencia y prosperidad. Sin embargo, igualmente se le veneraba para mantener sus bendiciones como para evitar que la sequía o las inundaciones afectaran los campos y cuidades.

La morada de Tláloc, el Tlalocan

Tláloc presidía desde el Tlalocan, descrito como el “Recinto de Tláloc” ubicado en el primer cielo, justo encima del cerro de La Malinche.

Según las creencias aztecas, Tlalocan era un verdadero paraíso terrenal, un lugar sin penas donde abundaban el maíz, las calabazas, el amaranto y otras vegetaciones.

Este paraíso era el destino final para aquellos que morían por causas relacionadas con el agua, como ahogamientos o fulminados por rayos. Respecto a los últimos, se creía que eran los favoritos del dios ya que a través de la muerte por rayo, entraban directo al Tlalocan.

Tláloc como figura importante en las creencias prehispánicas, tenía sus equivalente en otras culturas más allá de la azteca. Entre los mayas encontramos al dios Chaac, entre los zapotecas a Cosito y entre los mixtecos, Dzahui.

La forma femenina, también considerada la esposa de Tláloc es Chalchiuhtlicue, diosa del agua, lagos y ríos.

El culto a Tláloc al nivel de Huitzilopochtli

En el Templo Mayor de Tenochtitlán, los aztecas honraban a Tláloc junto a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. (El templo cuenta con dos capillas, una dedicada al dios de la guerra y otra al señor de la lluvia y el agua).

Tláloc era adorado para asegurar la lluvia necesaria para los cultivos y para evitar desastres naturales que pudieran destruir las cosechas. Los rituales a Tláloc incluían ofrendas de copal, sacrificios y ceremonias en cuerpos de agua para aplacar su fuerza y asegurar su benevolencia.

Tláloc en el Museo Nacional de Antropología

Una de las representaciones más famosas de Tláloc se encuentra frente al Museo Nacional de Antropología en Ciudad de México.

Este monolito, trasladado desde San Miguel Coatlinchán en Texcoco en 1964, simboliza la importancia perpetua de Tláloc para la cultura mexicana.

Curiosamente, el día que el monolito llegó a la Ciudad de México, se desató un aguacero torrencial, como si el dios marcara su llegada con una muestra de su poder dominante sobre las aguas.

La figura y simbolismo de Tláloc

Tláloc es frecuentemente representado con colmillos afilados y ojos circulares, que simbolizan su conexión con el agua y su naturaleza a veces temible.

Además de ser un dios del agua y la lluvia, Tláloc estaba asociado con la tierra fértil y era considerado protector de la germinación.

Su figura también está ligada a las cuevas, consideradas entradas al inframundo, y a los Tlaloques, pequeños dioses ayudantes que distribuían las lluvias.

La relevancia de Tláloc en la Cultura Contemporánea

A pesar de que los tiempos han cambiado, la figura de Tláloc sigue siendo relevante en muchas comunidades indígenas de México, donde se continúan realizando rituales para pedir lluvias y protección para las cosechas.

La imagen de Tláloc no solo nos recuerda la rica mitología de Mesoamérica, sino también la relación intrínseca y perpetua entre la humanidad y los fenómenos naturales en la cultura mexicana.

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