Desde muy joven, Miguel Bosé estuvo rodeado de figuras clave del arte y la cultura europea, pero una de las más influyentes fue Salvador Dalí. Su relación no fue casual: Dalí era un amigo cercano de la madre de Miguel, la actriz italiana Lucía Bosé, quien formaba parte del círculo artístico e intelectual de la época.
Durante su infancia y adolescencia, Bosé convivió con Dalí en distintas ocasiones. El pintor visitaba con frecuencia la casa familiar y mantenía largas conversaciones con Lucía y con Miguel, a quien trataba con afecto y curiosidad. Esta cercanía permitió al joven artista absorber el espíritu irreverente, libre y surrealista del genio español.
Dalí no solo representaba una figura creativa para Bosé, sino también una inspiración profunda en cuanto a libertad estética y provocación escénica. La teatralidad que caracterizó los primeros años de su carrera, así como su imagen andrógina y desafiante, son en parte reflejo de la influencia del artista surrealista.