El 15 de septiembre de 2025, Londres fue testigo de un acontecimiento histórico. El ataúd de Katharine, Duquesa de Kent, llegó a la Catedral de Westminster para el último adiós antes de su funeral. A los 92 años, la duquesa falleció el 4 de septiembre en el Palacio de Kensington, dejando un legado de cercanía, servicio y discreción que la convirtió en una de las figuras más queridas de la familia real británica.
Una vida distinta dentro de la realeza
Katharine se distinguió por su sencillez y compromiso. Esposa del Príncipe Edward, Duque de Kent, y prima política de la Reina Isabel II, fue la primera royal británica moderna en convertirse al catolicismo en 1994 y en dedicarse a enseñar música en una escuela primaria del norte de Inglaterra. Esta autenticidad la volvió profundamente respetada y querida por el público.
El momento del último adiós
La llegada del féretro a la Catedral de Westminster marcó un hito histórico: se trata del primer acto católico para un miembro de la realeza británica moderna. El ataúd fue llevado a la Capilla de la Santísima Virgen María, donde descansará antes de la ceremonia principal. Flores blancas y cánticos solemnes acompañaron la escena, subrayando la emoción del momento.
Las fotografías mostraron a su esposo, el Duque de Kent, y a sus hijos George Windsor y Lady Helen Taylor visiblemente conmovidos mientras el cortejo ingresaba a la Catedral. Estas imágenes dieron la vuelta al mundo por su carga simbólica y emotiva, mostrando a la familia unida en el duelo.
Katharine fue mucho más que una figura de la realeza. Su vida dedicada a la música, la educación y la fe marcó un cambio profundo en la imagen de la monarquía. Su último adiós en la Catedral de Westminster no solo es un acto solemne, sino también el reflejo de una vida que inspiró a miles.
El último adiós a la Duquesa de Kent en Westminster Cathedral representa un momento histórico y emotivo para la familia real británica. Su ataúd, llevado con respeto y devoción, simboliza el cierre de un capítulo en la historia moderna de la monarquía, dejando un legado de servicio y humildad.