Desde perlas centenarias hasta tiaras de linaje europeo, el joyero de la reina Sofía esconde historias fascinantes que cruzan generaciones, tragedias y enigmas patrimoniales.
Perlas con pasado regio
Entre las piezas más emblemáticas destaca un collar de perlas grises tipo lágrima —diseño de la casa Mellerio y heredado de la reina María Cristina— que reingresó al patrimonio de Sofía tras una subasta en Christie’s en 1989. Se especula que Juan Carlos I lo compró para recuperarlo como parte de las joyas reales. En otros relatos, se considera posible regalo del rey de Marruecos.
Tiaras con linaje real
La tiara prusiana, de estilo neoclásico, fue un regalo del káiser Guillermo II a su hija Victoria Luisa y llegó a Sofía por herencia materna en su boda de 1962. Ha sido lucida por la reina Letizia en ocasiones formales como su boda en 2004. También sobresale la diadema de las lisas, de diamantes y platino, tradicionalmente reservada a las reinas de España; heredada de Victoria Eugenia, Sofía la ha lucido en visitas de Estado.
Broches y rubíes con memorias familiares
La reina poseía un aderezo floral con broches gemelos de rubíes, pendientes esmeralda y zafiros que pertenecían originalmente a su madre, la reina Federica de Grecia. Estas piezas han sido usadas en grandes eventos familiares, como la proclamación del rey Felipe VI en 2014.
Anillo de compromiso único
El anillo de compromiso de Sofía fue una creación artesanal especial: Juan Carlos fundió una antigua moneda de oro de Alejandro Magno para convertirla en una sortija con rubíes y diamante baguette. Una pieza sin paralelos que mezcla historia griega y emotividad real.
Las joyas “de pasar” y sus confusiones
Existe una categoría conocida como joyas de pasar, históricamente designadas para la reina reinante. Sofía firmó un acuerdo en 2020 para regular su destino tras su reinado. Ha anticipado la distribución de sus piezas personales entre sus hijas e incluso nietos —aunque también contempla que algunas piezas traspasen entre reinas, como hizo doña Victoria Eugenia.
Pérdidas sin resolver
Algunas joyas presentan rastros de desaparición parcial. Por ejemplo, el collar de diamantes de Napoleón fue modificado a petición de la princesa Sofía, retirando dos diamantes que hoy se encuentran en pendientes cuyo paradero se desconoce. Además, muchas piezas históricas han sido exhibidas con anterioridad por personalidades reales sin un seguimiento claro de su paradero actual.