Lapidazione di Santo Stefano (1597), también conocida como Il primo martire, es una de las representaciones más intensas del martirio cristiano en la pintura italiana. Realizada por Ludovico Cardi, esta obra concentra el dramatismo espiritual y la sofisticación artística del final del Renacimiento.
La escena muestra a San Esteban, considerado el primer mártir cristiano, en el momento exacto de su lapidación a las afueras de Jerusalén. El santo ocupa el centro de la composición, rodeado por sus verdugos, mientras la Trinidad aparece en lo alto como símbolo de redención. Al fondo, la ciudad de Jerusalén ancla el relato en la historia y la fe.
Cigoli, figura clave del manierismo tardío florentino, logra aquí un equilibrio entre tensión narrativa, emoción humana y simbolismo religioso, anticipando ya el lenguaje del barroco. Su cuidado proceso creativo quedó documentado en numerosos dibujos preparatorios que hoy forman parte de las colecciones de los Uffizi.
Hoy, esta obra se conserva en la Galleria Palatina, dentro del Palazzo Pitti, un lugar donde el arte italiano se vive como historia, memoria y experiencia viva.