La repostería francesa es considerada un arte en sí misma. Sus postres no solo conquistan por su sabor, sino también por su presentación elegante y su historia centenaria. Aquí te presentamos tres de los más icónicos:
Macarons
Estos pequeños y coloridos bocados de almendra y merengue tienen su origen en el Renacimiento italiano, pero fue en Francia donde se perfeccionaron y popularizaron, especialmente gracias a casas como Ladurée y Pierre Hermé. Su delicada capa exterior, su textura suave por dentro y su variedad infinita de sabores los convierten en el souvenir favorito de París.
Éclair
El éclair, cuyo nombre significa “relámpago” por lo rápido que desaparece al comerlo, es un pastel alargado de masa choux relleno tradicionalmente de crema pastelera y cubierto con glaseado. Los más clásicos son de chocolate o café, pero hoy en día puedes encontrar versiones con pistache, frutos rojos o sabores innovadores en las mejores pâtisseries parisinas.
Tarta Tatin
Este clásico francés surgió por accidente en el siglo XIX cuando las hermanas Tatin, dueñas de un hotel, caramelizaron manzanas con mantequilla y azúcar antes de cubrirlas con masa y hornearlas al revés.
El resultado fue tan delicioso que se convirtió en un ícono de la repostería francesa. Su base de frutas caramelizadas y su masa hojaldrada la hacen perfecta para acompañar un café en cualquier café parisino.
Ya sea que los pruebes en una pastelería de Saint-Germain-des-Prés o los prepares en casa, estos postres franceses representan el equilibrio perfecto entre técnica, historia y placer.