Originalmente Royal Lodge fue construida en el siglo XVII como una sencilla casa de campo, fue evolucionando con el tiempo hasta convertirse en una elegante residencia. Su historia refleja la transición de la realeza británica. Durante décadas, fue el hogar de la Reina Madre: Elizabeth Bowes-Lyon, quien la habitó desde los años treinta hasta su fallecimiento en 2002. Aquí encontró su refugio rodeada de jardines cuidados al detalle y flores frescas.
En el 2003, tras su muerte, la residencia pasó a ser ocupada por el Príncipe Andrés, Duque de York, quien firmó un acuerdo de arrendamiento por 75 años con el Crown Estate, la institución que administra los bienes de la Corona. Aunque la propiedad pertenece oficialmente al Estado, los miembros de la familia real pueden residir en ella bajo concesión o arrendamiento.
Aunque el acuerdo le daba derecho a vivir allí hasta 2078, el costo de mantenimiento, la seguridad privada y la falta de financiación pública lo ponían en una situación difícil, por lo que El Rey Carlos tomó la decisión de retirarle la asignación con la necesidad de proteger la reputación de la institución monárquica.
El acceso se da por un camino rodeado de robles y praderas. La propiedad se extiende por unas 40 hectáreas de terreno, lo que la convierte en una propiedad con mucha privacidad y naturaleza. Los jardines formales fueron diseñados en los años 30 por el famoso paisajista Sir geoffrey Jellicoe. Cuenta con alrededor de 30 habitaciones, incluyendo varias salas de recepción, un gran salón, comedores formales, biblioteca, despacho etc. Con un estilo georgiano tardío.
 
    
    