Entre luces y glamour, Marilyn Monroe parecía invencible. Pero en 1957, Richard Avedon, uno de los fotógrafos de moda más importantes del medio editorial, logró capturar el momento más vulnerable de la actriz.
Durante una sesión rodeada de flashes y cambios de vestuario, Avedon captó un momento de silencio. En la imagen, Marilyn está sin su célebre sonrisa, con la mirada caída, sola entre una multitud invisible.
Fue una de las pocas veces en que el ícono se mostró sin máscaras. Avedon no buscaba la estrella; quería a la mujer detrás del mito. Y lo logró.
Ese retrato en blanco y negro se volvió viral décadas después, no por su fama, sino por lo que sugiere: que incluso la figura más deseada del siglo XX podía sentirse frágil, agotada, profundamente humana.
Más que una imagen, es un espejo de lo que no se ve en Hollywood: la tristeza que a veces habita detrás del brillo.