Quién fue el legítimo dueño de Los Pinos y cómo fue que el gobierno mexicano se quedó con su mansión

El predio del actual Complejo Cultural Los Pinos fue parte del gran área donde se construyó el Molino del Rey

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El Complejo Cultural Los Pinos, antes la residencia oficial presidencial, fue parte también llamado Rancho La Hormiga

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El predio que hoy conocemos como Complejo Cultural Los Pinos, anterior residencia oficial de los presidentes de México llamada solamente Los Pinos, guarda una rica historia que se remonta a la época colonial.

En sus inicios, fue un molino conocido como Molino del Rey o del Salvador, propiedad de Hernán López de Ávila. A lo largo de los siglos, pasó por diversas manos, incluyendo las de familias acaudaladas como los Urrutia de Vergara, los Altamirano y los Cervantes.

De Rancho La Hormiga a Los Pinos: una historia de poder y prestigio

Los Pinos, situado en el corazón del Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México, debe su existencia a una serie de eventos y transacciones que lo convirtieron de una propiedad privada a la residencia oficial del Presidente de México.

Inicialmente, el terreno completo del Molino del Rey o del Salvador pertenecía a José Miguel Pacheco, un acaudalado ciudadano que lo utilizaba como residencia de verano en el siglo XIX. Posteriormente, el terreno fue dividido y vendido a diferentes propietarios.

Una de las fracciones, conocida como La Hormiga, fue adquirida por el doctor Pablo Martínez del Río, quien la convirtió en una residencia de verano, donde construyó la Casa Grande, un chalet estilo inglés que destacaba por su belleza y ubicación privilegiada.

La expropiación gubernamental y la llegada de Lázaro Cárdenas

La propiedad pasó a manos del gobierno mexicano durante la presidencia de Venustiano Carranza, quien expropió el terreno con el argumento de “la necesidad de tomar posesión” por parte del Estado.

Esta expropiación marcó el inicio de la transición de La Hormiga de una residencia privada a un espacio vinculado con el poder político del país. Posteriormente, la familia Martínez del Río intentó recuperar el predio, pero finalmente fue adquirido de forma definitiva por el gobierno en 1924.

En 1925, el general Manuel Pérez Treviño, jefe del Estado Mayor Presidencial de Álvaro Obregón, se convirtió en el primer inquilino oficial del lugar. Posteriormente, el general Joaquín Amaro Domínguez, secretario de Guerra y Marina durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, habitó el rancho y realizó importantes modificaciones, como la construcción de caballerizas, una alberca y campos deportivos.

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El nacimiento de Los Pinos y su significado cultural

El presidente Lázaro Cárdenas, al asumir la presidencia en 1934, decidió no residir en el Castillo de Chapultepec, que entonces era la residencia oficial presidencial, pues consideraba su ostentación incompatible con su visión de gobierno. Optó por establecer la residencia oficial en el antiguo Rancho La Hormiga, al que rebautizó como Los Pinos, en honor al lugar donde conoció a su esposa Amalia Solórzano. Esta decisión imprimió en Los Pinos un carácter romántico y personal.

Los Pinos: de residencia presidencial a espacio cultural

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018 y su decisión de no utilizar Los Pinos como residencia oficial, el complejo experimentó una nueva transformación. Se convirtió en un espacio cultural abierto al público, en el cual se permite a los ciudadanos acceder a un lugar históricamente reservado para el poder ejecutivo. Este cambio simbolizó una apertura y democratización del acceso a espacios de significado político y cultural en México.

La historia de Los Pinos es un testimonio de los cambios políticos y sociales en México, desde su origen como una mansión privada hasta su papel como símbolo del poder presidencial y, más recientemente, como un espacio cultural para todos los mexicanos. A través de sus diferentes etapas, Los Pinos ha reflejado las tensiones, transiciones y transformaciones de una nación en constante evolución.

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