Antes de convertirse en ícono de toda una generación, Lindsay Lohan vivió una experiencia que cualquier actriz adolescente recordaría para siempre: su primer beso frente a cámaras.
Y no fue con cualquiera, sino con Chad Michael Murray, el galán juvenil del momento, durante el rodaje de Freaky Friday (Un viernes de locos), estrenada en 2003.
Lindsay confesó que estaba muy nerviosa por grabar esa escena. No solo por el beso, sino porque era la primera vez que lo hacía frente a un equipo de producción, cámaras, y con la presión de una película de Disney en pleno auge.
Afortunadamente, Jamie Lee Curtis, quien interpretó a su mamá en la cinta, fue clave para darle confianza. Lindsay reveló que Jamie llegó como reemplazo de otra actriz al proyecto, pero desde el primer día en el set la abrazó como si ya fueran familia.
Confiamos de inmediato porque no puedes hacer una comedia sobre cambio de cuerpos sin confianza.
Ese vínculo se volvió vital: Jamie fue una figura de contención y guía para Lindsay, y gracias a ella pudo relajarse y grabar el que sería uno de los momentos más recordados de su carrera.