La travesía de Karen Huber en la escena artística comenzó mucho antes de la fundación de su galería, hace más de 10 años. Como cuenta ella, siempre tuvo la idea de ser parte del mundo del arte, pero no sabía exactamente cuál era su lugar en el mismo. Por ello, decidió estudiar comunicación, permitiéndole comprender enfoques estéticos y artísticos. Y fue de la mano de sus amigos cómo se encontró inmersa en el gremio, acompañándolos a visitas, galerías y museos, lo cual la llevó a dedicarse a la curaduría y el trabajo con artistas.
Al decidir fundar su propia galería, se dio cuenta que, al no haber reglas escritas, podía hacer lo que ella quisiese. Buscó irrumpir con la idea de que el mundo del arte es intimidante y complejo. Su proceso comenzó desde cero, buscando clientes y artistas, construyendo la confianza, la estructura del negocio y de su equipo. Decidió definir una línea curatorial basada en lo que le apasionaba.
DESCUBRE LA EDICIÓN COMPLETA DE FEBRERO 2024 EN SU VERSIÓN DIGITAL E IMPRESA.
La curaduría es fundamental para el éxito de una galería, en la cual Karen ha destacado. Al preguntarle su fórmula, nos revela: “Me fijo especialmente en la manufactura, en el proceso y en el resultado final de las piezas. Observo detenidamente el trabajo de los artistas que llevan a ese hermoso resultado final: la obra”. Huber describe el conjunto conceptual de la galería y los intereses de los artistas como una gran familia, desde el hijo rebelde, el hijo bien portado hasta el minimalista y el versátil. Cada uno con su propia historia que hace del ambiente de su galería un lugar bello y diverso.
Diez años al frente de una galería no son pocos, es por ello que Karen Huber se siente orgullosa de todo lo que ha ogrado, en este camino largo se ha enfrentado a dificultades, pero también a momentos muy enriquecedores; muchos de ellos gracias a la gran relación que tiene con los artistas, desde planificar como socios en esos grandiosos planes de crear exposiciones, a la vez de promoverlos en ferias y museos, pero, sobre todo, verlos crecer. También, destaca el sentimiento que siente al realizar el montaje de una exposición, la cual explica de la siguiente manera: “una cosa es tener las obras en el estudio, pero cuando las trasladamos de la imaginación al espacio y las montamos en el muro, y finalmente vemos todo listo. Ese es uno de los momentos más hermosos y especiales que uno puede vivir”.
