La esperada película del director mexicano Guillermo del Toro por fin estrenó en Netflix. Esta es una de las películas más importantes de su carrera, siendo que lleva más de una década diciendo cuánto deseaba hacer su versión cinematográfica de la novela de Mary Shelley.
Con Andrew Garfield inicialmente planeado para interpretar al monstruo, el destino hizo de las suyas para que finalmente, un mes antes de iniciar la producción, Jacob Elordi tomara el protagónico para darnos una de las mejores interpretaciones del año.
Hubo un punto en el que Guillermo me dio el papel donde lloraba en las noches, tenía 4 semanas y no sabía como construir esto. Luego recuerdo una noche donde me dije: Este es por el que vale la pena sangrar, por el que te abres el pecho y das todo lo que eres.
La violencia era inevitable
Una película que se siente más una oda a la crudeza humana y la esperanza que un solo corazón puede dar. Vísceras, sangre y violencia son parte esencial de narrativa, donde Guillermo normaliza y establece el tono desde un inicio.
En Frankenstein podemos ver dos perspectivas: La de Víctor —el creador— y la del monstruo. Los mensajes entre líneas son poderosos e incómodos, ya que no hacen más que exaltar nuestra naturaleza.
La paternidad
La vida de la criatura de Frankenstein es trágica y bella. Desde el inicio de su existencia, Jacob Elordi refleja la maravilla a través de su mirada, como un niño pisando el pasto por primera vez. Algo que rápidamente se desvanece, con el maltrato y rechazo de su propio creador, un reflejo de un niño maltratado por su propio padre.
Amor con ojos de amistad
En una bella secuencia donde la criatura vive en la casa de un señor anciano ciego, que le enseña el verdadero amor: el de un amigo. No solo lo introduce a la lectura, sino que al calor humano y a una perspectiva nueva de sí mismo, cuando le dice “Sé lo que eres, un buen hombre y... mi amigo”.
Del Toro no temió en mostrar la crudeza de cómo un lobo ataca a una oveja y un hombre le arrebata la vida al lobo. El primer acercamiento de la criatura con el humano interactuando con los animales. Un relato que cierra con un diálogo que marca la historia:
El cazador no odiaba al lobo, el lobo no odiaba a las ovejas. Pero la violencia se sentía inevitable entre ellos. Tal vez —pensé— así funciona este mundo...te cazará y matará solo por ser quien eres.
Pureza y destrucción
La destrucción y exploración de la pureza que emana Elordi es exquisita. En una conferencia de prensa Jacob confesó lo asustado que se sentía por interpretar a la criatura, a lo que Guillermo del Toro le dijo “escucha la película y descubrirás tu voz”, el actor confesó sentirse más confundido que guiado. Sin embargo relató que su director tuvo razón, simplemente... sucedió.
El mexicano demostró una vez más que la tragedia, el amor y la violencia, no son más que reflejos de una humanidad — que al igual que la criatura del doctor Frankenstein— está fragmentada entre un corazón con esperanza y un juicio sin piedad.