En un mundo saturado de albercas infinitas y spas artificiales, hay lugares donde la naturaleza se roba el protagonismo. Las albercas naturales —formadas por rocas, ríos, mares o lagunas— ofrecen una experiencia única.
To Sua Ocean Trench – Upolu, Samoa
Esta piscina natural de 30 metros de profundidad se encuentra en un cráter rodeado de vegetación tropical. Se accede por una escalera de madera que baja hasta una plataforma flotante. Su agua salada proviene del océano a través de un sistema de cuevas subterráneas.
Giola Lagoon – Thassos, Grecia
Una piscina de roca tallada por el mar, con agua turquesa y vistas directas al mar abierto. Su forma ovalada y sus aguas templadas la hacen perfecta para nadar o flotar al atardecer.
Es conocida como “la joya secreta” de Grecia, ya que no aparece en muchas guías turísticas y es accesible tras una corta caminata por senderos costeros.
Devil’s Pool – Cataratas Victoria, Zambia
Una piscina natural justo al borde de una de las cataratas más grandes del mundo. En temporada seca, cuando el caudal baja, es posible nadar literalmente a centímetros del abismo.
Solo puede visitarse entre agosto y diciembre, y siempre con guía. La adrenalina es parte esencial de la experiencia.
Ik Kil – Yucatán, México
Este cenote abierto, rodeado de vegetación y raíces colgantes, es uno de los más fotogénicos del mundo. El agua tiene unos 26 metros de profundidad y conserva una temperatura templada durante todo el año.
Era considerado sagrado por los mayas, quienes realizaban rituales y ofrendas en sus aguas.
Estas albercas naturales no solo sorprenden por su belleza, sino que ofrecen un contacto profundo con la tierra, el agua y el misterio de lo no intervenido. Más allá del lujo, aquí el verdadero placer es dejarse envolver por lo elemental.