En medio de la expectación por la premiere de Frankenstein en el Festival Internacional de Cine de Venecia, Guillermo del Toro ofreció un discurso que trascendió lo cinematográfico para convertirse en un manifiesto de humanidad frente a los tiempos de crisis que enfrentan los migrantes mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos.
Vivimos en una época de terror e intimidación. Y la respuesta, de la que el arte forma parte, es el amor.
El poder del arte en tiempos oscuros
Del Toro explicó que el centro de Frankenstein no está en el monstruo, sino en la pregunta esencial: ¿qué significa ser humano?.
Para él, la humanidad no puede reducirse a polos opuestos:
Lo multicolor del ser humano está en ser negro, blanco, gris y todos los matices en medio.
En un contexto donde el discurso político busca dividir y generar miedo, su visión subraya la importancia de la empatía, la imperfección y la capacidad de comprendernos incluso bajo las circunstancias más opresivas.
Un mensaje para los migrantes
Mientras las comunidades latinoamericanas en EE.UU. enfrentan un clima creciente de intimidación, el discurso de Del Toro cobra aún más fuerza. Hablar de “el derecho a permanecer imperfectos” y de “preservar el alma en tiempos difíciles” se convierte en un recordatorio de dignidad para quienes luchan contra la discriminación, el miedo y la marginación.
No hay tarea más urgente que seguir siendo humanos en un tiempo en el que todo empuja a una visión bipolar de nuestra humanidad.
Sin duda, un maestro del discurso, que sin mencionar ninguna nacionalidad o conflicto entre países, llegó al corazón de aquellos que día a día viven esta intimidación. Bien decía un conocido profeta: quien tenga oídos, que oiga.