Un 5 de agosto de 2003, FOX estrenó una serie que —sin proponérselo del todo— marcaría a una generación. The O.C. no solo nos dio personajes entrañables y romances imposibles, también redefinió lo que significaba hacer televisión juvenil en los 2000.
Antes de The O.C., y después también
Las series teen existían desde mucho antes (Beverly Hills 90210, Dawson’s Creek), pero The O.C. trajo algo diferente: una mezcla de drama sofisticado, humor ácido, moda aspiracional y, sobre todo, música con identidad.
Con solo una temporada al aire, convirtió a sus protagonistas —Ryan, Seth, Marissa y Summer— en íconos inmediatos. Pero más allá de la fama, cada uno representaba arquetipos con profundidad emocional: el chico del barrio complicado, el nerd encantador, la popular rota y la chica inesperadamente brillante.
La serie que sonaba a nuestra vida
The O.C. fue una de las primeras series en usar la música como narrativa emocional. California, de Phantom Planet
es un himno para los fans de esta serie y tan solo con las primeras notas de la canción puedes sentir la brisa californiana.
La música y la moda
Piensa en los polos con cuello levantado, las minifaldas de Marissa, los hoodies grunge de Ryan— hicieron que millones quisieran no solo ver The O.C., sino vivir ahí.
Un drama con consciencia
A diferencia de otras ficciones juveniles de su época, The O.C. se atrevió a hablar de clase social, adicciones, abandono familiar y ansiedad, pero sin perder el tono ligero que la hizo adictiva. Era tan fácil reír con Seth como llorar con Marissa.
Y eso, para 2003, era revolucionario.
A 22 años de su estreno, The O.C. sigue siendo referencia obligada en cualquier conversación sobre series que cambiaron la cultura pop. Fue precursora de Gossip Girl, Skins, Euphoria y tantas otras.
Porque después de Orange County, la televisión juvenil nunca volvió a ser la misma.