Además de su pasión por la música, Robbie Williams es amante del arte en todas sus expresiones, razón por la que siempre había tenido la intención de probar suerte en otro ámbito relacionado. Esta meta finalmente fue tachada de la wish list del intérprete, quien a sus 50 años se atrevió a dar un importante paso profesional.
Robbie Williams cumple uno de sus sueños profesionales
A lo largo de sus casi 30 años de carrera, Robbie Williams ha conseguido la mayoría de las metas que cualquiera puede imaginar, sin embargo, hasta hace poco, prevalecía en él la ambición de hacer otro tipo de actividades que le permitieran explotar un lado artístico nuevo.
Se trata de su debut como artista gráfico, el cual tuvo lugar el pasado fin de semana en las inmediaciones de un museo de Ámsterdam, cuyas paredes albergan algunas obras creadas desde cero por Robbie Williams.
De acuerdo con las palabras que el cantante pronunció durante la inauguración de la muestra, en cada una de estas piezas procuró plasmar “el poder sanador del arte”, trasladando su visión a material visual y no a canciones, como ha hecho durante gran parte de su carrera.
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El sentir de Robbie Williams tras su debut como artista gráfico
El cantante estuvo presente en la apertura de la muestra en el MOCO Museum, ocasión en la que aprovechó para externar su emoción, pues esta hazaña implica consolidar un sueño que tuvo desde su juventud.
Al finalizar la presentación, Robbie Williams compartió su sentir a través de redes sociales, donde expresó la felicidad que esta experiencia le dio. “Mientras estaba allí, miré la tienda de regalos y había un libro con una cita de Virgil Abloh que decía: ‘todo lo que hago es para mi versión de 17 años’. Quiero decir, mi yo de 17 años en este momento se siente radiante y se pregunta cómo carajo lo hice. Simplemente le dí un gran abrazo”, escribió el reconocido artista británico, haciendo referencia a una frase del diseñador que dirigió Louis Vuitton hasta su repentino fallecimiento.
La exposición de Robbie Williams en Ámsterdam lleva por nombre “Orgullo y Autoprejuicio” y el acto inaugural incluyó una serie de dinámicas en la que los asistentes escribieron sus miedos en un papel que más tarde fue quemado como una especie de ritual simbólico de sanación.
